Consciencia y Celebración de la sabiduría corporal - Masticar, digerir y asimiliar... una sabrosa alquimia natural

El proceso digestivo del ser humano, cuya función consiste en descomponer la comida en sustancias que puedan ser absorbidas en la corriente sanguínea para su distribución a las células y eliminar los productos de desecho, comienza en la boca. Allí se desdobla físicamente el alimento por masticación y la saliva inicia la digestión química. El esófago a través de ondas peristálticas transporta el bolo alimenticio hasta el estómago donde se produce un batido que forma partículas más pequeñas y se inicia la digestión de proteínas. El alimento licuado, al que denominamos quimo, pasa al intestino delgado donde secreciones del páncreas, hígado y de las células del intestino delgado completan el desdoblamiento de las proteínas en aminoácidos, del almidón en glucosa y de las grasas en ácidos grasos y glicerol. Aquí los productos moleculares simples se absorben al torrente sanguíneo para ser distribuidos a las células del cuerpo. El intestino grueso absorbe el agua restante y convierte en heces el material indigerible para que sea vertido al exterior a través del ano.
Así como la mente procesa y digiere los elementos inmateriales de la vida, con la acción del tracto digestivo, procesamos elementos materiales. Podemos establecer una relación entre la mente y el sistema vegetativo, a través de la cual reflejamos en el proceso digestivo nuestra situación psíquica. En las preferencias para la nutrición, ilustramos nuestra capacidad para experimentar, masticar y asimilar las distintas circunstancias que se nos presentan, el manejo de los miedos, la capacidad para proyectar sanamente la agresividad hacia fuera y hacer del ego una herramienta al servicio de la personalidad y del mundo, para construirnos conscientemente como individuos sólidos con la seguridad y la confianza necesarias para resolver problemas.